jueves, 16 de enero de 2014

Soy suya, mi Señor


Mi estimado Señor, 

Quiero resumirle en mi primera entrada, la felicidad que siento y lo agradecida que estoy por haberme elegido. 

Desde que recuerdo, mis fantasías sexuales giraban alrededor de alguien al que pertenecía y que me exploraba y hacía conmigo lo que más le apeteciese, como si yo fuese un juguete privado. 

Eso me excitaba hasta tal punto, que terminaba masturbándome. 

En mis posteriores relaciones, he buscado sin saber un Amo que me dominase y al que pertenecer, no siendo consciente al principio de mi condición de sumisa. 

Con la edad, he madurado y he sabido cuales eran mis necesidades, nunca satisfechas del todo, aunque yo buscase introducir a mi pareja en el juego. 

Ahora, llega Usted, mi Señor. 

Llega en un momento crucial en mi vida. Como si el destino, en el que nunca he creído, estuviese esperando para situarlo en ella en el momento adecuado. Casi sin quererlo. Desde luego, sin buscarlo. Y además, sin saber Usted que yo era sumisa. Una triste sumisa sin Amo. 

Y para más dicha, soy aceptada. Ahora soy suya, mi Señor, mi Dios. Ahora soy feliz. 

Todas las noches me duermo deseando soñarle y todos los días me despierta con un "buenos días,..." Y ya comienzo a desearle. 

 Le adoro al levantarme, en la ducha, cada vez que como, cada vez que tengo un momento y al ir a dormir. Porque le estoy agradecida de hacerme tan feliz, cuidándome, respetándome, mimándome, mi Dios.

Cuido su cuerpo, (que ahora es solo suyo), tal y como Usted me pide, reduciendo la cantidad de tabaco, comiendo fruta y sobretodo, COMIENDO, que antes no lo hacía. Gracias a Usted, mi Señor. Ahora lo hago.

Eso me hace ser una mujer segura y firme en mi vida familiar y laboral. Con una sonrisa en los labios, porque soy feliz. Y un andar seguro, "sintiéndole en mis caderas", como ya le dije una vez. Porque camino y le pienso. Como y le pienso. Respiro y le pienso. Y le deseo, mi Señor. Sobretodo, le deseo. 

Por eso, en este blog, publicaré cada cosa que hago por Usted diariamente, al final del día. Para que mi Amo esté orgulloso de su sumisa, y vea sus avances, que yo escribiré orgullosa. 

Anhelo el día que me entregue mi collar y trabajaré para ello, mi Señor.

Le deseo, mi Amo. Siempre. Porque Tú eres mi coraza y yo soy tu corazón 


 

Suya,

M

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