viernes, 17 de enero de 2014

Tú mi coraza...

Mi adorado Señor, 

Hoy me he despertado tranquila, relajada. Oír Su respiración anoche, hizo ello posible, mi Amo. 

Cada vez más siento Su deseo y eso me excita. Hace que sea cada día más suya, mi Señor.

Sus "buenos días" además han alegrado mi mañana. Han hecho que arranque la jornada con una sonrisa en la cara.

Nada más despertarme, le he adorado tal y como Usted me ha enseñado. A continuación, me he dirijido a la ducha y allí le he adorado una vez más en posición, dejando que las gotas de agua caliente resbalen por mi piel e imaginando que son sus dedos acariciándome. 

He desayunado y le he dado las gracias por cuidar de mí, de su cuerpo. Gesto que he repetido en cada una de las comidas que he hecho, mi Señor. 

Le debo decir, que hoy me he fumado doce cigarrillos. Siempre evito llegar al límite que me ha puesto mi Señor, sea cual sea la circunstancia que me rodea. 

He tomado fruta en cada una de las comidas. Zumo de naranja en el desayuno, pera en el almuerzo y una manzana en la cena. 

He vuelto a adorarle a media tarde, en mi habitación, con tranquilidad. Pensando en Usted y deseando que estuviese a mi lado, observándome. Y volveré a hacerlo antes de dormir, pero esta vez lo haré desnuda, con esos tacones negros que tanto le gustan a mi Señor puestos.

Ayer, fue un día duro para mí. Y Usted fue mi fuerza. Me apoyó, me mimó, me aconsejó y consiguió que terminase el día con una gran sonrisa en mis labios. Usted sabe muy bien por qué, mi Amo. 

Además me enseñó que pase lo que pase, estará ahí para hacerme feliz y para cuidarme. Y me sentí protegida y serena por primera vez en mucho tiempo, gracias a mi Amo. 

Ayer fue sin duda mi coraza 

Usted mima a la niña que hay en mí y me cuida, desea y respeta como mujer. Eso me hace sentir la sumisa más especial del mundo, mi Amo. 



Por eso le adoro sin condiciones. 

Siempre Suya,


No hay comentarios:

Publicar un comentario