lunes, 10 de marzo de 2014

Al final de la correa


Mi Adorado Amo, 

Hoy he olido su perfume y por un momento volví a estar junto a Usted en aquel hotel, mi Señor. 

Si hubiese cerrado los ojos, habría sentido su respiración cerca de mí, habría oído su voz y sentido una vez más sus manos sobre mi piel, mi Amo.

Por un momento volvió a estar cerca de mí. Qué casualidad que esto ocurriese hoy, mi Señor. 

Tengo la mente puesta en nuestro próximo encuentro, pero sin quitarme de la cabeza el anterior, mi Amo. 

Deseo tanto aprender... 

Deseo tanto comportarme como mi Amo desea...

Deseo tanto que me haga Suya de nuevo y ser una vez más Su perrita...

Echo de menos mi correa, mi Señor. Quizás sea porque al final de la correa está Su mano, mi Amo


Al final de la correa, está mi Dios.

Suya siempre

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