Hoy no he dejado de pensar en Usted, mi Señor.
Sus manos han vuelto a acariciar mi cuerpo, que ya no es mío. Y me ha vuelto a besar una y mil veces, mi Amo.
He repasado cada momento con Usted una y otra vez.
Me he sorprendido a mí misma, tan segura de que las mejores ataduras eran las mentales, tan segura de mi obediencia... ¡Cómo me gusta que me ate, mi Señor! Y esa fusta golpeando mi culo... Mmmmm
Le deseo aún más, si cabe. Y deseo aprender lo que mi Amo quiere enseñarme.
Hoy tampoco he fumado, mi Dios. Porque mi cuerpo, ya no es mío. Es Suyo.
Su esclava,
M

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