Hoy le voy a relatar cómo es mi día:
Me levanto muy temprano para trabajar y lo primero que hago es ir a la ducha. Siempre lo hago con tiempo, para poder adorarle allí. Luego dejo caer la gotas de agua por mi cuerpo y, como ya le he dicho alguna vez, imagino que son sus dedos recorriendo mi cuerpo, mi Señor.
Después me maquillo, me visto y salgo a trabajar.
Desde allí, le doy los buenos días y le digo por primera vez que le deseo.
En el trabajo, hay momentos en los que sé que voy a estar sola en la oficina y aprovecho para volver a adorarle. Y mientras desayuno, como suelo estar rodeada de gente, pongo mis manos sobre mi regazo y bajo la mirada antes de empezar a comer.
Al llegar a casa, preparo el almuerzo. Espero a mis hijos y almorzamos juntos. Entonces, hago exactamente lo mismo que en el desayuno, para adorarle, mi Amo.
Recojo la casa, hago mis tareas de ama de casa y madre. Y por la noche, mi Señor, cuando mis hijos se han ido a dormir, le adoro antes de ir a la cama. Pero entonces lo hago desnuda, con mis tacones y mi collar. A veces me pongo los dos que mi Amo me entregó. Y lo hago en paz, relajada. Como en la ducha.
Así pues, mi primer y último pensamiento del día, es para mi Dios.
Sigo sin fumar, aunque a veces me cueste. Pero cada vez son menores las ganas de fumar y mayores las de volver a disfrutar de mi Amo. Hoy llevo quince días ya sin fumar.
Le deseo, mi Amo
Su esclava
M

Me agrada enormemente tu conducta, me hace feliz que así lo cumplas, tal y como prometiste a tu Señor.
ResponderEliminarTu Amo te compensará como te mereces.